La ilíada


La Ilíada de Homero comienza en el décimo y último año de la guerra de Troya, pero incorpora imágenes previas y posteriores de las violentas batallas entre los griegos y los troyanos, en las que también se involucraron los dioses. El motivo central de la Ilíada es la furia de Aquiles.

Ideas fundamentales

  • La Ilíada es la obra escrita más antigua de la literatura occidental.
  • Se cree que fue escrita en la Grecia jónica, una estrecha franja en la costa de Asia Menor, durante la segunda mitad del siglo VIII a.C.
  • Es la epopeya de la guerra de Troya en la que los griegos sitiaron la ciudad de Troya porque los troyanos habían raptado a la bella Helena.

Resumen


La crueldad de Agamenón y la furia de Aquiles

En el campamento que los griegos montaron alrededor de Troya, se presenta el sacerdote de Apolo, Crises, para exigir al comandante de la tropa, Agamenón, la liberación de su hija Criseida. Cuando Agamenón se niega, Apolo castiga a la tropa griega con una peste.

El engañoso triunfo de los troyanos

Retrospectiva: los griegos sitian la ciudad de Troya porque los troyanos raptaron a la bella Helena, casada con Menelao, hermano de Agamenón. Paris, que antes del rapto había visitado a Menelao, infringe de modo imperdonable las leyes de la hospitalidad. Al principio, las partes tratan de resolver el conflicto con un duelo entre los dos hombres que se disputan a Helena. Cuando Menelao gana el duelo, interviene la diosa Afrodita, quien envuelve a Paris en una espesa niebla y lo transporta directamente desde el lugar de la disputa a la habitación de Helena en la fortaleza troyana.

Los dioses de la guerra y la guerra de los dioses

Durante las primeras batallas, las tropas son nobles, pues ambas reciben el apoyo de los dioses: del lado de los griegos está Atenea, del lado de los troyanos, Marte. Al final de cada batalla, las partes acuerdan un alto al fuego para poder enterrar con honor a los numerosos caídos. Zeus pide a los demás dioses que se mantengan ajenos al caos bélico. Mientras no satisfagan a Aquiles por la ofensa sufrida, la suerte seguirá estando del lado de los troyanos. El segundo día de lucha, Héctor llega hasta la fosa del campamento griego y planea incendiar los barcos enemigos. Ahora, Agamenón reconoce su error y envía a tres mensajeros cargados con suntuosos obsequios para Aquiles, entre quienes se encuentra Odiseo, que presiona a Aquiles para reintegrarse a la lucha.

La muerte de Patroclo

Cuando se incendia el primer barco, Patroclo pide ayuda a su amigo Aquiles. Él héroe le permite usar su armadura para la batalla, pero también le advierte que solo debe alejar a los troyanos de los barcos, sin perseguirlos después. Sin embargo, Patroclo hace oídos sordos a la advertencia, avanza hasta los muros de Troya y por poco conquista la ciudad. La intervención de Apolo lo detiene: el dios le roba la armadura, Héctor lo atraviesa con su lanza y se burla de su muerte. A punto de morir, Patroclo le dice a Héctor que también a él lo espera la muerte. El troyano le quita las armas y amenaza con dar su cadáver a los perros.


El regreso de Aquiles

El asesinato de Patroclo a manos de Héctor hace que Aquiles cambie de opinión. Su furia permanece, pero experimenta un cambio: ya no está enojado por la ofensa de Agamenón, sino que su furia se orienta ahora a Héctor, el asesino de su mejor amigo. Para regresar a la guerra, Aquiles necesita nuevas armas que se las proporciona Hefesto, el feo y tullido dios herrero. A pedido de una Tetis cubierta de lágrimas, el dios vuelca plata, oro y cobre al fuego, toma su martillo, yunque y pinza y construye un gigantesco escudo cubierto de maravillosos relieves. Luego fabrica la armadura y las armas.

El duelo final

Finalmente llega el duelo entre los dos héroes, Aquiles y Héctor. El dios Apolo ayuda al troyano evitando que el enemigo de Héctor pueda acercársele. Pero, cuando Zeus sostiene la balanza del destino y ésta se inclina hacia Héctor, Apolo debe retirarse. Ahora es Aquiles quien recibe la ayuda de Atenea. La diosa de la sabiduría se acerca al héroe troyano disfrazada de Deifobo, hermano de Héctor, y le ofrece luchar a su lado contra los griegos. Pero, en el momento decisivo, el falso hermano desaparece.

Furia incontrolable

La desmesura de los actos de Aquiles enfurece a los dioses. Por orden de Zeus, Tetis pide a su hijo cegado por la ira que deje de profanar el cadáver de Héctor y lo entregue para darle un entierro digno. Bajo la protección del mensajero Hermes, Príamo ingresa a la tienda del furioso Aquiles.


ACERCA DEL TEXTO


Estructura y estilo

La Ilíada está compuesta por más de 15 mil versos, distribuidos en 24 cantos o capítulos. La métrica utilizada es el hexámetro: un verso compuesto de seis pies , no tiene rima final y es el mismo verso de la Odisea. A pesar de que la Ilíada solo relata un segmento de 50 días de la batalla de Troya, también incluye relatos retrospectivos y avances que completan el panorama de los 10 años que duró la guerra.

Enfoques interpretativos
  • La tensión interna de la obra tiene una posición central de la mano de Aquiles: la cuestión acerca de si, cómo y cuándo el héroe superará su furia reúne de modo convincente las innumerables tramas narrativas. Por cierto, Homero no relata la muerte de Aquiles. Según la leyenda, Apolo, que apoya a los troyanos, lo hiere mortalmente en el talón, su único punto débil.
  • La figura de Aquiles se presenta por momentos como una figura que incumple sus obligaciones sociales.

El florecimiento de Grecia

Si la figura histórica de Homero realmente existió, vivió en el siglo VIII a.C. cuatrocientos años antes, alrededor del año 1200 a.C., la cultura micénica con sus cortes y palacios reales había sido destruida por una invasión de tribus provenientes del norte. Los representantes de la clase aristócrata fueron asesinados, aunque algunos lograron escapar, pero la consecuencia fue su decadencia económica y cultural. En tiempos de Homero comenzó la recuperación, entre otras cosas, por la colonización exitosa de la costa de Asia Menor.

Origen

El título de la obra deriva de Ilion, el segundo nombre la ciudad de Troya, ubicada en Asia Menor, actualmente Turquía. Desde el punto de vista científico no es posible decir mucho sobre la historia del origen de la Ilíada, del mismo modo que tampoco es posible responder con certeza si Homero existió realmente. Los dos problemas se resumen bajo el concepto de la «cuestión homérica».

Influencia

Ya en la antigua Grecia, la Ilíada era considerada una obra literaria fenomenal. Se cuenta que el famoso escritor griego Esquilo llegó a decir que sus propias piezas teatrales no eran más que «bocados de los bacanales» de Homero. Otras epopeyas de la época simplemente cayeron en el olvido debido a la fuerte influencia de la Ilíada. La obra de Homero tuvo un impacto decisivo en la conciencia literaria, cultural, mitológica e histórica de la antigüedad clásica.

Sobre el autor


Homero es una de las figuras más conocidas e influyentes de la Antigua Grecia por sus famosas epopeyas La Ilíada y La Odisea. No obstante, la información sobre su vida es ambigua y no está clara cuál pudo ser verdad y cuál es parte de la leyenda y la invención oral de la época.

Quíos es la ciudad en la que parece que nació según las noticias más antiguas sobre el personaje en el siglo VIII a. C. No obstante, las ciudades griegas Colofón, Cumas, Pilos, Ítaca, Argos, Atenas y Esmirna se disputaron el ser la cuna del escritor.

Las investigaciones más modernas señalan que Homero debió de proceder de Asia Menor, la actual zona de Turquía. También se debate si fue una persona real o creado que se transmitió por tradición oral.

En La Ilíada se narran mediante cantos los acontecimientos de la guerra de Troya, así como la historia del mitológico héroe Aquiles y su cólera. La famosa historia del Caballo de Troya procede de aquí.

Homero describía sociedades militares en las que siervos, esclavos y sacrificios eran comunes y aceptados. Explicaba que había muchos dioses, con cualidades antropomórficas y el destino de los mortales pasaba por ellos.  También describía valores presentes como el honrar a los dioses, el respeto a la mujer, ancianos, mendigos y aquellos suplicantes extranjeros, así como el no deshonrar el cadáver de un enemigo muerto.


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